Ana Mercy Otáñez
amercy@gmail.com
Hace un tiempo he tomado la cultura del minimalismo y la he adaptado a mi vida. Aunque siempre he amado el diseño, los espacios y los detalles he aprendido que el “minimalismo” es aplicable a todo en nuestra existencia, mucho más cuando el interés es vivir bajo la valoración de lo que en verdad nos importa, lo que nos llena el corazón y nos hace vibrar y no bajo las imposiciones del sistema o de la sociedad. Según Wikipedia, el minimalismo, en su ámbito más general, es la tendencia a reducir a lo esencial, a despojar de elementos sobrantes. Justa definición que aplicada en nuestra concepción de simplificar nos ayuda a priorizar desde lo material hasta lo personal. Es esta tendencia la que me ayudó a aclarar lo que realmente tiene valor para mí, ayudándome a mantener las cosas significativas cerca e higienizarme del resto de lo que no me aporta. El minimalismo aplica a emociones, trabajo, relaciones amorosas, los amigos y conocidos. Solo cuando estamos en la capacidad de entrar en el proceso de limpiar el desorden de nuestra vida, damos el primer paso hacia la verdadera libertad. Vivir bajo el esquema de la desorganización por amontonar de todo, es tener la mente abrumada, es sentirse saturada y no tener el tiempo, ni el espacio para definir tus acciones. ¿Por qué vivir mínimamente? Quizás sea un estilo de vida diferente, pero en mi caso es mi preferencia personal la que me ha permitido apreciar lo que realmente deseo. Desde que he comenzado a estudiar con el propósito de agregarle valor a la vida de los demás en la cultura del experto John Maxuwell, lo primero que hice fue cuestionarme sobre: ¿Cuáles son las cosas que agregan valor a mi vida? Al responderme esta interrogante, descubrí lo que me es útil, lo que me da satisfacción, lo que me hace feliz y lo que contribuye con mi crecimientoÖ Y de ahí en adelante lo atesoro y lo protejo. Lo que no me añade valor, lo deseché, dándome el privilegio de no aferrarme a nada, ni a nadie, sin limitarme entre lo material y lo sentimental. Yo vivo mínimamente eligiendo en que gasto mi tiempo y mi energía, lo que me ha permitido identificar los elementos que compensan mi esencia. Amo vivir bajo mis prácticas, compartir simples encuentros cotidianos con mi familia, disfrutar el amor adulto con mi esposo, me gusta el sol, el mar y la luna, con ellos puedo tener largas conversaciones o solo contemplarlos, adoro viajar para aprender y conocer, me encanta saborear nuevos platos, conquistar metas y contribuir con el desarrollo personal de otros seres humanos, porque sólo así he descubierto el valor de cada momento, esos que se convierten en experiencias imborrables que vivirán en mi para siempre y con el tiempo serán recuerdos invaluables. El minimalismo se vuelve significativo cuando en lugar de acumular cosas innecesarias recolectamos instantes y vivencias imborrables. Haga un alto en su cotidianidad y revise qué usted debe priorizar o desechar de su vida y dele espacio a una nueva manera de vivir y le aseguro que se deleitará el espírituÖ (Aplica para el rencor y el dolor). Vivir en el minimalismo es liberar nuestro espacio y corazón de cosas innecesarias! Con el poder de Dios nos leemos la próxima semana.
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