Ana Mercy Otáñez
amercy@gmail.com
A veces creemos que nuestra vida tomará sentido cuando seamos “grandes”, cuando no estemos bajo el yugo de nuestros padres o tutores o cuando seamos dueños de nuestros actos… ¡Error! El que no es responsable de su accionar desde la niñez, en la adultez suele ser un desastre o una lacra social, al cual su ego le hace entender que lo merece todo, aún cuando no lo haya cultivado. Muchos de nosotros pasamos por etapas en nuestras vidas, donde la comodidad nos sonríe y de ahí en adelante solo sabemos vivir en ese mundo, aún no teniendo la posición económica, ni social. Sin embargo, cuando el destino les cambia suelen convertirse en seres humanos llenos de frustraciones que se acomodan en la limitación del tiempo y solo saben vivir dentro del marco de: “cuando yo era” o “cuando yo tenía”. Se quedan estancados, perdiendo la admiración y el respeto de su entorno, pues viven bajo la comodidad y el aprovechamiento, lo que los hace quedarse en un mundo lleno de limitaciones, viviendo el día a día, sin metas, ni sueños, mucho menos sin un accionar claro y definido. Se lo difícil de romper ese círculoÖ Para esas personas salir de su ruina deben reconocer sus debilidades de vivir en el pasado y no asumir los retos del presente. Empenzar de nuevo no es fácil, pero comenzar, es el primer paso hacia una nueva vida y hacia la libertad emocional. Deben comenzar por trazar metas claras y bien definidas que le satisfagan el alma, no su ego. Durante el recorrido hacia un determinado sueño no deben olvidar el valor de disfrutar el trayecto, entender los obstáculos y valorar los consejos, sin dejar pasar el tiempo ofuscados en llegar a la cima sin importar a que o a quienes se lleve de paso, confundiendo que al lograr una posición o un título obtendrán estabilidad emocional, económica y sentimental y con ello creer que les llegará la felicidad eterna. Cuando pasa el tiempo este tipo de personas comienzan a desarrollarse y enfrentar la vida basándose en su preparación técnica y profesional, muchas veces desperdiciando el tiempo en cosas que quizás nunca van a usar, aunque siempre se aprende o simplemente lo utilicen en su creencia interior del “yo soy” o “yo tengo”, aunque no saquen ningún provecho emocional o económico, pudiendo concentrarse en el área de sus talentos, para alcanzar sus verdaderos sueños o vivir la oportunidad de ser, sin el adorno de tener, tanto en lo laboral como en posiciones sociales. Para muchas de esas personas actuar de esa manera influye su crianza, formación y su entorno, pues es ahí donde han desarrollado sus creencias de que solo cuando llegamos a la cúspide en lo profesional nos llegará la satisfacción del alma. Leí hace un tiempo en un post de Hillary Clinton que decía: “No confundas tener una carrera con tener una vida” y de ahí en adelante comenzó mi revisión interna porque yo salí de Cotuí con una maleta de sueños profesionales y admito que dejé de lado lo sentimental, pero el tiempo de Dios es perfecto y con la madurez me llegó el momento de enfocarme en esa parte de mi vida. Nada es tan importante como la satisfacción interna, la vida es una combinación armónica que va desde adentro hacia afuera para lograr el equilibrio… Con Dios! Nos leemos la próxima semana.
© 2022 Ana Mercy Otáñez G. Todos los derechos reservados.
Página web desarrollada por Dislanet, E.I.R.L.
Leave a Reply